Las
reformas borbónicas, intensificadas durante la segunda mitad del siglo
XVIII, produjeron diversos efectos sobre la sociedad indígena de
Yucatán, éstos no siempre resultaron benéficos.
El impacto directo que provocaron las reformas fiscales borbónicas fué la dispersión del pueblo indigena. Hablando no solo de dispersión, los indigenas de Yucatán decidían abandonar sus tierras por las continuas opresiones, hablese del pago de tributos, el auge demográfico que consta de trabajar amplias cantidades de tierra, el poco amor al trabajo y el matrimonio, que sufrían a manos del gobierno correspondiente.
La extinción de las encomiendas fué otra repercusión de las reformas borbónicas. Sabemos que la encomienda fue una
institución socioeconómica mediante la cual un grupo de individuos debía
retribuir a otros en trabajo, especie o por otro medio, por el disfrute de un
bien o por una prestación que hubiesen recibido.
La encomienda se había venido
aplicando en la Nueva España mucho tiempo antes que las reformas borbónicas se
hubieran ideado. Al principio pareció ser, y de hecho así lo fue, un beneficio
para los indígenas que solicitaban ayuda de un señorío. En su evolución y
particularmente en el desarrollo del siglo XVIII, esta institución se deseó
extinta. Al paso de los años del respectivo siglo entre un se elimina y se
reinstaura, aun mas con la aparición de la real hacienda, las encomiendas no se
vieron más que receladas por el pueblo indígena y detestadas por la corona
española.
La institución de la encomienda
se basaba fuertemente en la adscripción tribal del individuo sujeto a ella
(siendo de hecho los caciques, curacas, u otros jefes tribales quienes actuaban
como intermediarios y organizadores del servicio). A los mestizos, por ejemplo,
la ley los eximía de la encomienda. Esto provocó que muchos aborígenes buscaran
deliberadamente diluir su identidad étnica o tribal y la de sus descendientes,
intentando casarse con individuos de distinta etnia, especialmente con
españoles (recién llegados, o criollos), que causaría más adelante su
decadencia. La encomienda, de este modo, debilitó severamente la etnicidad e
identificación tribal de los Amerindios, y esto a su vez disminuyó el número de
potenciales encomendados. Son, en definitiva, factores como el mestizaje y la
progresiva disminución de los naturales, lo que terminó por transformar el
sistema de encomienda en uno de inquilinaje o latifundismo en la América
Colonial.
Abolido el sistema de encomiendas, aparece su sustituto: la intendencia. El sistema de intendencias generalizó
en su sustitución el tributo indígena, a cuyo pago se obligó a los
indios, negros y mulatos comprendidos entre dieciocho y cincuenta años,
ya fueran casados, solteros o viudos, por su condición de súbditos de la
Corona. De los diecisiete reales anuales que se exigía a los indígenas,
dieciséis se destinaban a las finanzas de la Corona, y el real
sobrante, al fondo que, por mitades, se empleaba para el sostenimiento
de los funcionarios del Juzgado de Naturales y del Protector de Indios y
del Hospital General de Indios de México.
El caso es
que, aun después de que recuperara vigor la Constitución de Cádiz, en
1820, siguió percibiéndose el tributo indígena en Yucatán, cuando supuestamente ya había sido suspendido, como lo
muestra la Memoria sobre la provincia de Yucatán elaborada por la
Diputación para su remisión a los diputados en Cortes de la provincia.
Incluso se había elevado el monto de lo que se recaudaba de los indios.
En plena guerra de independencia y con los diferentes factores que oprimían a los indigenas, nótese: altos tributos de la real hacienda, el arrase de las cajas de comunidad, la fuerte presión en contra de las cofradías y en muy particular caso la propiedad territorial, los indigenas al parecer no tuvieron mas que la insurrección en contra de los opresores, especialmente con el movimiento de Jacinto Uc (Canek). Tanto en el
alzamiento de Canek como en la guerra de castas del siglo XIX hay que
pensar en la persistencia de unas creencias religiosas donde el elemento
original indígena se fundía con misterios y usos litúrgicos católicos.